La diferencia entre el pasado, el presente y el futuro es sólo una ilusión persistente. Albert Einstein
Mi felicidad no es de este mundo. Sainte-Beuve
Quizás pocos entenderán este post. Pues, primero, haré una pregunta extraña: ¿Qué tienen en común un saltamontes y un pez? En una mirada fulminante, parece que nada. Están en hábitats diametralmente distintos, sus formas no son las mismas, sus maneras de vivir, tampoco.
Aún así, ensayo ir más allá. Intento explicarme con simpleza el concepto de relaciones, de complementos, de por qué podemos ser antónimos y apostar por un futuro compartido. Esta es de las pocas oportunidades en que me imagino distinta, en un territorio que no sólo me pertenece.
Un saltamontes puede saltar, hacer sonidos con sus patitas traseras, hasta volar. Y viajar, recorrer muchos espacios en un verde intenso. Un pez ama el agua, nada, fluye y del mismo modo hasta puede volar en el azul inmenso. Tierra y agua son sus ambientes naturales. En la realidad, un saltamontes y un pez no podrían encontrarse. En la mía, sí.
Después de mucho, al final del día, lo entendí: Es tan sencillo como que lo diferente puede sumar, porque la razón no siempre está del lado más obvio, porque a veces puedes mirar atrás y descubrir que cuando pasa el tiempo significan más los encuentros que la distancia. Se trata de la propia evolución, de vivir con los cambios.
En efecto, cambias, aceptas (y disfrutas) la existencia de otros caminos. Agradeces la presencia de nuevas experiencias para transitar. Además, concluyes que no todo está perfectamente escrito y muchas veces hay que probar, arriesgar, abrirte a lo inesperado. Así, comienzan a gustarte otros sabores, colores, tonos de voz y aprecias que las opciones pueden ser tan variadas, tan opuestas, tan parecidas a ti o tan irresistiblemente tentadoras.
Que la disposición es una palabra clave y me hacía falta conocerla en toda su extensión. Que no hay irrenunciables. Para ser y estar, sólo bastan la complicidad del otro, el proyecto en conjunto, el espacio para cada uno y, sobre todo, las ganas.
Hoy, estoy convencida: Mis lentes son otros, mi mirada tiene una nueva perspectiva y se enfoca en otra dirección. También, me he asegurado que lo recorrido me sirvió para llegar al punto de encontrar semejanzas, sorpresas, afectos y sentimientos que había descartado. Que como pez puedo nadar más lejos y probar las sutiles diferencias y hasta alegrarme por conocer nuevos horizontes.
Quizás toda esta reflexión no tenga mucho sentido, pudiera ir directo y decir por mí: Lo quiero intentar. Mejor dicho: Lo voy a hacer.