sábado, 30 de julio de 2011

Tan simple




Entonces, un día, comencé a escribir, sin saber que me había encadenado de por vida a un noble, pero implacable amo.
Truman Capote



Vale la pena sentir fuerte, con todo, con esperanza. Y las razones parecen infinitas. Están las ganas de asumir lo sencillo de mis momentos felices, mis cambios de rumbo, los accidentes, los imprevistos y, sobre todo, las coincidencias. A esto le sumo la posibilidad de sonreír, y lo liviano que se siente el pensar diferente para disfrutar de estos nuevos caminos.

Admito que tengo miedo. Tengo miedo a perderme detalles, a interpretar -en corto- las señales y las sorpresas que están frente a mí. Tengo miedo a querer más, cuando los estímulos y los deseos se multiplican.

Llegó la hora de recomponer el rompecabezas de planes. Muchas veces cuesta ponerle una forma reconocible a todas esas cosas que pasan por mi mente. Las piezas las ajusto, las muevo, las vuelvo a colocar y ya comienzan a aparecer nuevas y distintas figuras.

Si bien acepto el miedo, éste no me detiene. Me da la oportunidad de cuestionarme, de preguntarme, de llorar un poquito y de inquietarme por otras posibilidades. También me ayuda a reafirmar lo que quiero: Aprender, compartir, ser feliz cada minuto, y ponerle mucho color a esta travesía que físicamente me ubica en un lugar, pero que de manera permanente y mágica me coloca en destinos tan divertidos como disímiles.

Los conceptos rígidos se los dejo a otros. Las diferencias pasan a ser complementos, el ritmo lo imprimo a mi gusto y no me conformo. Así, me provocan proyectos, suelto ideas, me comprometo y me invento un futuro compartido. Y construyo mi ecuación perfecta. Con Alejandro y contigo. Con ustedes, con quienes siempre están sin importar la distancia, con los que están cerca y son parte esencial de esta experiencia tan simple de vivir.



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Asdrúbal, gracias por regalarme esta imagen que refleja en un instante lo infinito que significa sentir.

domingo, 5 de junio de 2011

Punto. Y seguimos



Cae al fondo del tiempo
Cae al fondo de ti mismo
Cae lo más bajo que se pueda caer
Cae sin vértigo.
Vicente Huidobro





5 de junio de 2011. Desempolvo las ganas de escribir. Quizás están pasando tantas cosas, mientras otras están por venir, que la inquietud por compartir y expresarme a través de la palabra ha vuelto con intensidad. Hace poco, con un café en la mano, dije que cuando escribo me descubro. Y esa afirmación tiene demasiadas implicaciones relacionadas no sólo conmigo, sino con los que me acompañan en este recorrido.

Ya lo había confesado antes. Pero, lo vuelvo a expresar: me cuesta profundamente decir en voz alta mis sentimientos. Cuando lo hago es un ejercicio incierto, un nado esperanzado para cruzar el océano, una suerte de desprendimiento y, sobre todo, un voto de confianza. Últimamente, he tratado de hablar, de expresar el afecto a pesar de la distancia. Ello ha supuesto un potaje de emociones que tiene como centro el contar mis sueños, reconocer las metas cumplidas, asumir muchos riesgos, revelar mis equivocaciones y también comprender mi propia fragilidad.

El camino no ha sido sencillo. El tiempo, las situaciones y los resultados en ocasiones no han estado a mi favor. De un año para acá, me percaté que yo era diferente. Eso me dio la capacidad de observar mi presente y nuestro futuro con otros ojos, de romper estructuras y de escapar de mi lado de confort. Me fijé que la vida tiene múltiples opciones y no todo es blanco y negro. En efecto, comencé a ver a color.

Así, mis sentidos han empezado a responder a otros estímulos, mi cuerpo a experimentar otras sensaciones, y mi cabeza a divertirse y crear en contextos radicalmente opuestos e impensables. Mis planes se han hecho más simples, pero no por ello menos desafiantes. Aprendo del valor de una sonrisa, de una cara de poema y de la sorpresa de no tener reacciones milimetradas. Me encuentro flexible, a veces dulce y con ganas de sorprenderme con detalles mínimos. He dejado de pensar en el pasado para disfrutar de estas pequeñas revelaciones, y he vuelto a creer con la guía de mis corazonadas. Y me he sentido feliz. Cuando me he topado con la tristeza, también la he recibido con otro significado.

A lo largo de este tiempo, he agradecido a quien(es) me ayuda(n) a conocerme. Y sonrío, pues mis deseos de compartir no se han detenido. Es posible que todo cambie de forma radical y estoy abierta a ello. Estoy dispuesta a lo inesperado, a caer y a volver a levantarme, a amar con todo y también a hacer de esto un juego, un futuro divertido y un permanente aprendizaje.

Sí, la sensación ha sido de volar alto, de tocar fondo, y también de caminar confiada sobre ese pasto de verde con florecitas blancas y amarillas. En esta travesía compruebo, a diario, que nada está dicho y yo tengo la posibilidad de escribir, a múltiples manos, nuestro mundo distinto.

La dulce banda sonora

No tengo una súper 8 en mis manos (quisiera tenerla). Ahora recurro a ciertos sonidos, a cadencias y ritmos que se me han cruzado en este último año. Al principio, pensaba que no se parecían a mí, pero me encontré en canciones, en ciertas frases. Es lo más parecido a un diario musical, con altas dosis de dulzura y cursilería, que me recuerda sutilmente de dónde vengo, quién soy y qué quiero ser.

“La mitad de mi corazón tiene el control de la situación”.



“Todas las arrugas de mi cara cuentan la historia sobre quién soy”.

“Tantas historias que viví y cómo llegué hasta donde estoy. Pero esas historias no significan nada si no tienes a quien contárselas”.



“Veo lo mejor de mí dentro de tus ojos. Me haces sonreír”.



“Me dejarás dormir al amanecer. Entre tus piernas, entre tus piernas. Sabrás ocultarme bien y desaparecer. Entre la niebla, entre la niebla”.



“Tus recuerdos son estrellas que no paran de llover”.



“Todo lo que tienes que hacer es cerrar tus ojos y solamente buscar tus manos. Y tocarme, sostenerme fuerte, (y) nunca dejarme ir”.



“Que cambie todo pero no el amor”.

“Porque estos tiempos son dificiles y estamos sentados tan lejos el uno del otro. Porque estos tiempos son dificiles y estamos atados de manos y corazón”.

sábado, 19 de marzo de 2011

Apostar a Lo Distinto


La diferencia entre el pasado, el presente y el futuro es sólo una ilusión persistente. Albert Einstein

Mi felicidad no es de este mundo. Sainte-Beuve





Quizás pocos entenderán este post. Pues, primero, haré una pregunta extraña: ¿Qué tienen en común un saltamontes y un pez? En una mirada fulminante, parece que nada. Están en hábitats diametralmente distintos, sus formas no son las mismas, sus maneras de vivir, tampoco.

Aún así, ensayo ir más allá. Intento explicarme con simpleza el concepto de relaciones, de complementos, de por qué podemos ser antónimos y apostar por un futuro compartido. Esta es de las pocas oportunidades en que me imagino distinta, en un territorio que no sólo me pertenece.

Un saltamontes puede saltar, hacer sonidos con sus patitas traseras, hasta volar. Y viajar, recorrer muchos espacios en un verde intenso. Un pez ama el agua, nada, fluye y del mismo modo hasta puede volar en el azul inmenso. Tierra y agua son sus ambientes naturales. En la realidad, un saltamontes y un pez no podrían encontrarse. En la mía, sí.

Después de mucho, al final del día, lo entendí: Es tan sencillo como que lo diferente puede sumar, porque la razón no siempre está del lado más obvio, porque a veces puedes mirar atrás y descubrir que cuando pasa el tiempo significan más los encuentros que la distancia. Se trata de la propia evolución, de vivir con los cambios.

En efecto, cambias, aceptas (y disfrutas) la existencia de otros caminos. Agradeces la presencia de nuevas experiencias para transitar. Además, concluyes que no todo está perfectamente escrito y muchas veces hay que probar, arriesgar, abrirte a lo inesperado. Así, comienzan a gustarte otros sabores, colores, tonos de voz y aprecias que las opciones pueden ser tan variadas, tan opuestas, tan parecidas a ti o tan irresistiblemente tentadoras.

Que la disposición es una palabra clave y me hacía falta conocerla en toda su extensión. Que no hay irrenunciables. Para ser y estar, sólo bastan la complicidad del otro, el proyecto en conjunto, el espacio para cada uno y, sobre todo, las ganas.

Hoy, estoy convencida: Mis lentes son otros, mi mirada tiene una nueva perspectiva y se enfoca en otra dirección. También, me he asegurado que lo recorrido me sirvió para llegar al punto de encontrar semejanzas, sorpresas, afectos y sentimientos que había descartado. Que como pez puedo nadar más lejos y probar las sutiles diferencias y hasta alegrarme por conocer nuevos horizontes.

Quizás toda esta reflexión no tenga mucho sentido, pudiera ir directo y decir por mí: Lo quiero intentar. Mejor dicho: Lo voy a hacer.

jueves, 24 de febrero de 2011

El Ritual del Café



¿Qué había detrás de esa taza de café? Sí, lo declaro a viva voz: Todos los días esperaba con ansias (y con alegría interna) el café de la mañana. Señor, por favor, un cappuccino sin azúcar. Gracias. Era la combinación exacta de café expreso, leche calentada al vapor y leche con espuma, que concluía para mi delicia con el sabor de un muffin.

Ese acto, ese objeto convertido en ritual, llegó a representar un espacio único, un instante donde lo imposible fue posible, donde mi creatividad tuvo tierra y cielo suficientes para emprender el vuelo. Ese café de la mañana fue, definitivamente, la traducción perfecta del primer impulso, de mis ganas iniciales, del deseo inquebrantable de comerme el mundo bocado a bocado.

Aunque no deba, aunque no tenga estómago, hoy lo extraño.




Y Madrid me lo recuerda. Es que Madrid tiene la gracia de ser uno de esos lugares donde uno puede revivir cada uno de los mejores momentos. Donde transitas por La Gran Vía, tomas un tinto de verano, vas a Atocha, recorres el Museo Reina Sofía en sus nuevas y antiguas instalaciones y se te aparece el Guernica, te sorprende Miró y te remueve Bretón o Dalí con sus sueños surrealistas.

O tan sencillo como que, en Madrid, te provoca mirar el reloj de otra manera, a otro ritmo. Así, no encuentras problema en cerrar los ojos, una y otra vez, para detener el tiempo y transformarlo todo en una simple sonrisa. Ese gesto que ahora confirma el divertido desafío de esta nueva forma de vivir.

miércoles, 26 de enero de 2011

Mi Regalo



“Quien tiene algo porque vivir,
es capaz de soportar cualquier cómo”
Friedrich Nietzsche


“Pentakismyriohexakisquilioletracosiohexacontapentagonalis”, así me dijo asombrado Alejandro luego de escribir y descubrir, hace unos días, que ésta era la palabra más larga del mundo, con 57 letras y 23 sílabas. Se trata de un polígono de 56.645 lados, equivalente a las múltiples miradas y sonrisas que me provoca a diario esa personita de 12 años. Cuando lo pienso, me siento agradecida y feliz. Hablo de ese sentimiento vívido, irracional y auténtico que experimento al escucharlo, al ver lo que han sido estos tiempos en su compañía. Tiene la sabiduría de contar sus historias a su modo, de adaptarse a lo que conoce y desconoce, siempre con la nobleza de amar y perdonar por sobre todo.

No hay mejor cómplice.


Cuando he perdido la fe, él ha estado allí. Me ha visto sonreír, llorar, pegar gritos, dormir, soñar, saltar y correr. Ha tenido la valentía de acompañarme, de sentarse a mi lado y siempre demostrarme su afecto. Hemos compartido un universo variado que ha significado, entre muchas, lanzarnos en tirolesa, hacer esnórquel en Los Roques, perdernos en Italia, caminar sin descanso por España, ver un sinfín de películas, disfrutar de los amigos, hasta mudarnos a un nuevo país y regresar a la familia. O simplemente pasar una tarde sin hacer nada, contándonos chistes malos o hacer una tarea.

Sí, nos hemos visto crecer el uno al otro y nos hemos acompañado en las grandes y pequeñas aventuras, con entusiasmo y convicción. Ha sido una travesía inigualable, una búsqueda constante y permanente por aprender e imaginar un mundo distinto.



Es el mejor regalo, con una forma precisa y un pensamiento libre. Un regalo que me divierte y disfruto desde el primer día. Un regalo que me hace ir por más. Alejandro es una luz, un amanecer en el trópico y también una noche llena de sorpresas. Es la fórmula perfecta, la expresión de las leyes básicas de la naturaleza, de cómo se concreta una acción y se obtiene un reacción de igual magnitud, con una causa y un efecto. Un infinito y más allá.

Para mí, es tener la certeza de lo que significa el amor sin límites.

sábado, 8 de enero de 2011

Prueba Superada




Parece tan fácil ahora. Las ideas vuelan en mi mente en cualquier momento, sobre todo, a la hora de dormir. Salen livianas, frescas, tranquilas y sin temores para comenzar a transformarse en formas insospechadas. Y mueven todo, sin pedir permiso. Se revelan y se expresan en palabras, en propósitos y en sentimientos. Durante el resto del día, la misma lógica se repite, pero en privado; pues no dudo en aprovechar la lluvia y el sol para seguir soñando.

Últimamente, tengo una fascinación particular por las formas irregulares y he decidido abandonar el modo rosa. Así, empiezo a recorrer los caminos de este presente que -a veces- se torna un poco insípido y me adelanto a diseñar lo que serán mis próximas aventuras. Las imagino divertidas y multicolores, iguales a las panditas (sí, esas gomitas que Alejandro comía en México cuando íbamos al cine).

En este dulce trayecto y con horarios invertidos, me detengo a escribir, a pensar y a hacer un borrador de mis proyectos y de mis propios deseos. Vuelven a mí, las imágenes del cielo azul y el pasto verde con florecitas amarillas, por donde transito con lo imposible. Regresan las causas pérdidas, mientras me entretengo con mi banda sonora y disfruto con la misma intensidad del placer del silencio. También, de vez en cuando, me lanzo en caída libre para percatarme de los prejuicios y de la presión que tenemos todos por obtener ese algo, muchas veces, impuesto. Y me levanto rapidito.

En este juego, mis aciertos y mis faltas los vivo cada uno como una prueba superada. Avanzo, aprendo lecciones, agradezco y tengo la fortaleza para saber cuándo debo disculparme o detenerme. Ese es el reflejo de mi vida paralela –no virtual-, la que fluye y como una sombra camina a diario, conmigo.